En esta ocasión el gerontólogo Víctor López García, nos habla sobre las causas que nos pueden llevar a perder audición: «La pérdida de la audición produce un perjuicio en la calidad de vida de la persona afectada, que contribuye en gran manera a su aislamiento social y empobrecimiento de las relaciones interpersonales».
Sobre el Autor
Víctor López García. Médico Gerontólogo. Responsable del área de salud en UDP. Autor de los libros «¿Hacia dónde se dirige la humanidad?“
La pérdida auditiva es muy frecuente en las personas mayores y es consecuencia de múltiples causas
En los países desarrollados el progresivo aumento de la esperanza de vida, unido a los efectos inevitables del envejecimiento y de los intensos ruidos procedentes del medioambiente, hacen que más tarde o más temprano padezcamos de déficit auditivo.
Hay que reconocer que la pérdida de la audición produce un perjuicio en la calidad de vida de la persona afectada, que contribuye en gran manera a su aislamiento social y empobrecimiento de las relaciones interpersonales.
A veces se producen, también, irritabilidad y cuadros depresivos por esta dolencia. El otorrinolaringólogo tendría que eliminar las causas subsanables que producen pérdida de audición como la existencia de un tapón de cerumen, otitis crónica, inflamación del tímpano, etc.
En otros casos las lesiones son irreversibles como la degeneración de las células nerviosas del oído interno, esclerosis y endurecimiento de los ligamentos y huesecillos del oído medio, etc.
En estos últimos casos de trastornos crónicos y degenerativos, sobre todo, del oído medio e interno, se perciben, a veces, ruidos de oídos (acúfenos, zumbidos, tinnitus…) muy molestos, que perturban y dificultan el conciliar el sueño por la noche, en las personas que los padecen.
En la enfermedades crónicas y degenerativas del oído siempre más vale prevenir que curar; y ello, hay que hacerlo a lo largo de toda la vida de la persona. Y el mejor modo de conseguirlo es como se sabe seguir un estilo de vida saludable. Habría que evitar particularmente los traumas acústicos, la toma de ciertos medicamentos, las infecciones del oído, problemas de nutrición y del riego sanguíneo del oído, etc.
Por otra parte, en las sorderas manifiestas y avanzadas, hay que saber hablar con las personas que padecen pérdida auditiva; hay que hablarles alto, pero no a gritos, siempre de frente y mirando a la cara, pronunciando lentamente y acompañando la conversación con gestos y mímica apropiados, que faciliten la interpretación del lenguaje.
Hoy en día hay recursos eficaces para paliar o mejorar la pérdida auditiva, como el uso de audífonos y amplificadores de sonidos, sobre todo del teléfono y de la televisión.
Todo ello ayuda a mejorar de una manera muy personalizada la audición y la calidad de vida de las personas afectadas, aunque siempre deben ser asesoradas y tratadas por profesionales competentes, en centros apropiados.
Y para finalizar, no hay que no olvidar nunca, que, aunque las enfermedades de los oídos se consideran como problemas locales, tanto en el diagnostico como en el tratamiento y en las ayudas técnicas que se aplican, hay que considerar a la persona afectada y receptora de los servicios, como una unidad física, mental, social y cultural.