Microedadismos: «Decían que a su edad era normal tener achaques»

«le decían que a su edad era normal tener achaques» Compartimos el testimonio anónimo sobre una situación vivida en una consulta médica.

Mi madre falleció en noviembre de 2019. La llevé a urgencias una noche, obligada, porque llevaba unos meses muy fatigada.

Tenía 82 años, y llevaba toda la vida de dolores con artrosis lumbar, reúmas, infecciones de orina y otros menores. De 1,68 pasó a medir 1,45.

Junto a su marido, acudía a las consultas puntualmente, donde le recetaban un lote de medicinas, analgésicos cada vez más fuertes.

En Madrid, barrio de Tetuán, la población ha envejecido considerablemente, las consultas son gran mayoría de personas mayores.

Como supe después, le decían que a su edad era normal tener achaques, y más con la reciente pérdida de su hermano, y ni la auscultaban o exploraban.

Todo lo más, le prescribían unos aerosoles, que ella no conseguía tomarse, porque nunca aprendió a absorber.

Así, en urgencias de la Jiménez Díaz, de madrugada un 12 de noviembre, mi sorpresa fue la cara de un doctor que me decía que mi madre tenía una insuficiencia cardíaca crónica, que con un simple electro se habría visto hacía meses, si no años, y que no podían hacer nada, pulmones encharcados, y arterias dilatadas.

A las 12 de la noche mi madre y yo estábamos hablando de lo que repetían las albóndigas, y me pedía que descansara un poco. A las 2 ya entró en coma. Y murió dos días después. Nunca reuní el valor de ir a ver a ese médico de cabecera que les atendió.

Mi padre me pidió que le acompañara, pasados los primeros días, a cambiarse de médico. Y aún justificó su solicitud con problemas con la franja horaria. Yo respeté su decisión.

Aún hoy me pregunto si ese facultativo sigue prescribiendo sin explorar, y extrañamente animando a sus pacientes en sus enfermedades con un «a tu edad ya se sabe».

No sólo la vida de mi madre era valiosa, también su calidad de vida. Fue autónoma por decisión propia y tenacidad, hasta el último momento, a pesar de estar tan enferma y no saberlo.

Con eso me quedo, da igual la edad, las personas mayores tienen una historia de vida, capacidad de obrar, y derecho a elegir. Dan continuidad y sentido a esta carrera de relevos que es la vida.

Gracias a UPD por brindar esta oportunidad de contar experiencias, y por el trabajo extraordinario en la recuperación de unos valores olvidados, en el cambio de paradigma.

Un cordial saludo.

Anónimo.

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