Cien años de Parques Nacionales

La primera Ley de Parques Nacionales, se aprobó en 1916 y consiguió, con tan sólo tres artículos, que España fuera pionera en Europa en la apuesta por la protección de la naturaleza. Bajo esta ley se declararon en 1918, los dos primeros parques nacionales españoles, el de la Montaña de Covadonga y el de Ordesa.

Actualmente los 15 espacios naturales que integran la Red de Parques Nacionales ocupan una superficie de aproximadamente un 0,76 % del territorio español; distribuidos en 12 comunidades autónomas y 19 provincias. Siendo Canarias, con los de la Caldera de Taburiente (La Palma de Gran Canaria), Teide (Tenerife), Timanfaya (Lanzarote) y Garajonay (La Gomera), la que más Parques tiene en su territorio; seguida con dos por Andalucía con Doñana (Huelva y Sevilla) y Sierra Nevada (Granada y Almería); por Castilla La-Mancha con los de Cabañeros (Ciudad Real y Toledo) y Tablas de Daimiel (Ciudad Real) y por Castilla León Picos de Europa (Asturias, Cantabria y León) y Sierra de Guadarrama (Madrid y Segovia). En Cataluña con Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (Lleida); Baleares con el Archipiélago de Cabrera (Baleares); Galicia con el  Islas Atlánticas de Galicia (Pontevedra y A Coruña); Extremadura con Monfragüe (Cáceres); y Aragón con Ordesa y Monte Perdido (Huesca), sólo cuentan con uno.

Su riqueza natural y cultural, la espectacularidad de sus paisajes y las numerosas actividades deportivas que es posible realizar en ellos, hace que cada año el número de visitantes aumente, alcanzando en 2014 su máximo histórico, con más de catorce millones de visitantes, a lo que contribuyó sin duda, la declaración ese mismo año del último Parque Nacional, el de la Sierra de Guadarrama. Siendo precisamente éste y el del Teide con más de tres millones de visitantes al año, los que más visitantes tuvieron, seguido de los Picos de Europa (1.842.272) y Timanfaya (1.575.029); frente a los de Cabañeros (88.196), el archipiélago de Cabrera y Tablas de Daimiel con algo más de 100.000, que fueron los que menos recibieron.

Todos están integrados en la Red Natura 2000 (red europea formada por los Lugares de Interés Comunitario y las Zonas de Especial Protección para las Aves); 10 son Reserva de la Biosfera (UNESCO), y cuatro, de los que hablamos a continuación son Patrimonio de la Humanidad.

Doñana

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Patrimonio Mundial de la Unesco en 1994, el Parque Nacional de Doñana es una de las zonas húmedas más importante de Europa. Constituye un puente entre los continentes de Europa y África para las aves que utilizan esta zona como lugar de invernada, de paso y cría. Se asienta sobre el antiguo estuario del río Guadalquivir, sus marismas representa el 50% de la superficie total del parque y a él debe su importancia como estación faunística.

Durante al menos seis meses al año, la marisma permanece inundada, gracias al agua de lluvia y al aporte de los arroyos de La Rocina y Cañada Mayor y del río Guadalquivir. El origen de su nombre se remonta al siglo XVI, con la construcción por parte del séptimo duque de Medina-Sidonia de un palacio para su esposa, doña Ana Gómez de Mendoza y Silva, situado en el centro del actual parque. Las tierras circundantes pronto comienzan a ser conocidas como el bosque de doña Ana o coto de doña Ana, hasta que finalmente la denominación se acorta a Doñana.

En primavera, la marisma está llena de multitud de aves, mientras en invierno las aguas adquieren el color rosado reflejo de los bandos de flamencos, patos y otras aves acuáticas.

Pero sin duda, es el lince el animal emblemático de Doñana, siendo el felino más estudiado y conocido de la Península, y el más buscado por los visitantes del Parque. Para ellos existen numerosas rutas autoguiadas, además de una oferta variada de empresas que ofrecen rutas en vehículos 4×4, a caballo, en barco, etc.

Sin olvidar los más de 30 km de playas vírgenes que hay entre Matalascañas (Huelva) y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), siendo una de las más conocidas la de Torre Carbonero, donde se encuentran restos de búnkeres construidos en la II Guerra Mundial, y chozas actualmente habitadas por los escasos pobladores de este parque nacional.

Garajonay

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Fue el primer Parque Nacional en ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Se encuentra en la isla canaria de La Gomera, ocupando más del 10% de su superficie total. Alberga una singular y tupida vegetación permanentemente verde que constituye una de las mejores muestras existentes de los bosques de laurisilva procedentes de la Era Terciaria. Dado que pasan la mayor parte del año cubiertos de niebla, su frondosidad contrasta con los paisajes más áridos de las zonas bajas de la isla.

La Gomera es la única isla del archipiélago Canario que no ha sufrido erupciones volcánicas recientes. Por eso el principal responsable de modelar su paisaje ha sido el agua, no la lava volcánica.

Lo que más impresiona de Garajonay son los roques o fortalezas que forman grandes bloques rocosos que se alzan en el paisaje, y que son los restos del relleno del magma solidificado de algunos volcanes que existieron en la isla. Su contemplación en Garajonay es uno de los hitos más impresionantes.

Sus impresionantes bosques de laurisilva cubren la mayor parte del territorio del parque, aunque encontramos también en las cumbres y en la vertiente sur el fayal brezal. En Garajonay viven 21 especies de plantas amenazadas como el tajinaste de monte, el saúco canario o la tabaiba de monte, entre otras.

La insularidad marca la presencia de la fauna, ya que los animales que habitan los bosques, son los que han podido llegar allí por sus medios como la paloma rabiche y la paloma turqué. Pero, son los invertebrados los que más destacan en Garajonay; hay más de 1.000 especies catalogadas de las que más de 150 son exclusivas del monte gomero.

El parque dispone de una importante infraestructura de equipamientos y servicios que facilitan al visitante la organización y el disfrute de la visita. El parque cuenta con un centro de visitantes, un centro de información, una importante red de miradores, así como varias áreas recreativas. Además de 18 rutas que permiten al visitante adentrarse en los bosques del parque y disfrutar de su singular naturaleza.

Ordesa y Monte Perdido

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Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997. Enclavado en los Pirineos Centrales, está formado por un conjunto de valles y montañas que constituyen las cumbres calizas más altas de Europa, conocidos por Las Tres Sorores: Monte Perdido, el más elevado con 3.355 metros, Cilindro y Soum de Ramond. Desde Monte Perdido parten los valles de Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta, recorridos por los ríos Arazas, Bellos, Yaga y Cinca respectivamente. En todos ellos predomina el clima de alta montaña, así que cuando llega la primavera y con ella el deshielo se puede disfrutar de las numerosas cascadas de agua que se precipitan hacia el fondo de los valles, lo que embellece aún más, conocidas son las Gradas de Soaso o la Cola de caballo, a las que acuden cada verano numerosos senderistas.

Los bosques están repletos de pinos silvestres, abetos, hayas y pinos negros; aunque también encinas y quejigos, siendo en otoño por su variedad cromática cuando alcanzan su punto de máxima belleza.

Si lo que nos gusta es la flora, podemos encontrar zapatitos de dama, una de las más escasas y bellas orquídeas; edelweiss o flor de nieve; la oreja de oso, la grasilla de largas hojas o la corona de rey.

En cuanto a la fauna, su cielo es frecuentado por el quebrantahuesos (en peligro de extinción), el águila real, o el buitre leonado; y ya en la tierra es fácil ver a la ardilla, el zorro, el jabalí, la garduña o a la marmota.

Para disfrutar del Parque existen numerosas rutas señalizadas, aunque se recomienda contratar los servicios de un guía de montaña, especialmente para las rutas con mas dificultad. El acceso se realiza en un autobús, existiendo aparcamientos en los pueblos próximos al Parque para dejar el coche particular.

Teide

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El Parque está situado en el centro de la isla y en su mayor parte se asienta sobre una antigua y gigantesca caldera de 45 km de perímetro, que constituye lo que se conoce como Caldera de Las Cañadas, de donde emerge el Teide, la cumbre más alta de España con 3.718 metros.

Montaña sagrada para los guanches, el volcán Echeyde, como lo llamaban, era el camino de la deidad nativa Guayota hacia el centro de la tierra. En 1798 se produjo la última gran erupción formándose las hoy conocidas como Narices del Teide, una erupción en las laderas de Pico Viejo por la que durante tres meses emanaron millones de metros cúbicos de lava.

Declarado Patrimonio de la Humanidad en 2007 este enclave natural es un monumento geológico en el que las elevaciones de tipo volcánico y los ríos de lava forman un impresionante conjunto de formas y colores.

De su flora, una de sus joyas es la violeta del Teide presente en las laderas más elevadas (crece a más de 2.800 metros); además del tajinaste rojo, la retama del Teide, y el cardo de plata.

Entre su fauna destacan las más de 700 especies de insectos que hay únicas de esta zona, y las cinco especies autóctonas de murciélagos; además de aves, como el pinzón azul del Teide, el bisbita caminero, el canario y la perdiz moruna.

Este parque dispone de 37 senderos con diferentes longitudes y dificultades, destacando los senderos de Siete Cañadas, Arenas Negras o Roques de García, donde observar diferentes formas volcánicas hasta llegar a la planicie conocida como Llano de Ucanca. También es muy recomendable subir en Teleférico hasta La Rambleta, casi en la cima del Teide, para acceder a pie hay que solicitar permiso.