Mejorar la accesibilidad es cuestión de empatía

Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra empatía encontramos estas definiciones: una primera, según la cual empatía es un sentimiento de identificación con algo o alguien, y una segunda, que define empatía como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Es decir, empatía es ponerse en el lugar del otro. En el tema de la accesibilidad, esa es la mejor manera de entender la necesidad de eliminar las barreras arquitectónicas, hay que ponerse en el lugar del otro, hay que intentar sentir lo que siente quien se ve, por ejemplo, frente a una escalera que no puede sortear. Si todos hacemos ese esfuerzo, es seguro que se podrá mejorar la accesibilidad.

Pensar más allá de nosotros mismos

Ese es quizá el primer planteamiento solidario que debemos tener como actitud vital. Puede que nuestras necesidades estén cubiertas si al llegar a la estación, por ejemplo, tenemos que subir tres escalones para acceder al andén. Pero y si fuéramos en silla de ruedas, ¿cómo podríamos acceder al andén sorteando esos tres escalones?. Por eso, lo mejor es pensar más allá de nosotros mismos. E incluso plantearnos las necesidades de accesibilidad en todos los lugares de nuestro día a día y si vemos carencias, informar a los responsables con la finalidad de que puedan ser subsanadas.

Pequeños gestos, grandes avances

Con pequeños gestos mejorará nuestra accesibilidad y conseguiremos un mundo donde la igualdad de oportunidades sea una realidad. Plantearnos cómo hacerlo posible para que las barreras dejen de serlo es el objetivo que tenemos que plantearnos. En nuestra comunidad de vecinos, en nuestro trabajo, en el salón cultura, etc. Si nos vamos fijando en esos pequeños gestos que garantizan la accesibilidad y, por tanto, la igualdad de oportunidades, conseguiremos convertir lo extraordinario en normal. Si nos fijamos, todos tendremos en cuenta esas pequeñas necesidades siempre.

La accesibilidad nos atañe a todos

Hay quien pudiera llegar a pensar que el tema de la accesibilidad no va con él o ella porque no le atañe. Pero justo ese es el gran problema, esa es la gran barrera que debemos romper, la barrera del egoísmo. Más allá de nosotros mismos tenemos que poner todos los esfuerzos necesarios para mejorar nuestra sociedad. Hay que pensar en el carrito del bebé de la vecina, en la silla de ruedas del abuelo de arriba, en las muletas del niño de abajo, en la ciática del de enfrente. Hay que personalizar las necesidades y así pondremos cara a la igualdad necesaria en esta sociedad. Todos debemos tener las mismas oportunidades y mejorar la accesibilidad nos hace vivir en un mundo más justo. Un mundo en el que puede llegar al andén el que va caminando y el que va en silla de ruedas.